Punto de partida
Chilenos que apuestan por el metaverso
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A mediados de febrero, el banco estadounidense JP Morgan cruzó el portal: fue el primero en Wall Street en apostar por el metaverso. Su visión es que se trata de una oportunidad de negocio de un billón de dólares anuales, que empezará a infiltrarse en cada sector de la economía.
Y de alguna manera ya está ocurriendo. En agosto pasado, la cantante estadounidense Ariana Grande realizó un concierto en Fortnite, el popular videojuego de acción. 78 millones de personas con sus avatares participaron como espectadores.
Y ya hay marcas como Adidas, Nike, Gap, Walmart y otras que están entrando con fuerza en esta realidad paralela que parece no tener límite para expandirse.
¿Qué es el metaverso? Todavía es difícil saber hacia dónde puede llegar el desarrollo digital y sus, al parecer, infinitas posibilidades. Pero se trata de un mundo virtual en el que cualquier persona puede conectarse a través de un dispositivo de realidad virtual.
En principio, parece un juego de niños, pero la gracia está en que la sensación física es la de estar definitivamente en un mundo totalmente nuevo, una especie de realidad alternativa.
Para algunos, puede parecer escalofriante y cercano a la ciencia ficción. Para otros, en cambio, es un universo repleto de nuevas oportunidades de negocio.
Así, al menos, lo están entendiendo los grandes de la tecnología y las finanzas.
JP Morgan ingresó al metaverso a través de la compra de un submundo en Decentraland, la plataforma de realidad virtual creada en 2015 por los argentinos Ari Meilich y Esteban Orlando que consiste en 90.061 parcelas de tierra. Se trata de un mundo virtual basado en la tecnología blockchain, que permite a los usuarios comprar terrenos, crear edificios o ciudades enteras, prestar servicios y realizar transacciones a través de la criptomoneda Ethereum.
Suena distópico, pero ya hay varios apostando por entrar en esta nueva tendencia que promete revolucionar la manera de interactuar en diferentes industrias. El precio promedio de una parcela en este mundo virtual se duplicó en seis meses entre junio y diciembre del año pasado. Hoy el valor es de 12 mil dólares y ya se realizan transacciones por 54 mil millones de dólares en bienes virtuales cada año; el doble de lo que se gasta en comprar música.
Además, según las estimaciones de JP Morgan, el gasto en publicidad a través de estas plataformas alcanzará los 18,4 mil millones en 2027.
Facebook rompió el hielo en noviembre pasado cuando popularizó el concepto metaverso. La empresa de Mark Zuckerberg, que cambió su nombre a Meta, está desarrollando su propia realidad virtual.
Y Microsoft no se quedó atrás. El 18 de enero pasado anunció un millonario acuerdo para comprar con Activision Blizzard, una de las principales compañías de videojuegos del mundo. Una operación por la que desembolsará 70 mil millones de dólares, la adquisición más grande de su historia y la más grande en la industria de los videojuegos.
Como sea, la tendencia se afirma con fuerza y los grandes de diferentes industrias ya están apostando sus fichas a esta nueva realidad.
No es como para quedarse abajo.
En Chile, ya hay algunos desarrolladores que están mirando con interés este nuevo paradigma. Aquí mostramos algunas startups locales que quieren cruzar el portal.
IRL: galería de arte virtual
Los dueños de la incubadora de proyectos digitales, Maximiliano JIménez, Benjamín Gremler y Mel Nicitich apuestan a abrir espacios para el arte en su propio “miniverso”.
Todavía es un secreto que pocos conocen. Queda en el subterráneo de un restaurante de Providencia al que se llega luego de atravesar una cocina y oscuros pasillos. Para entrar, es necesario tener invitación. Adentro, una luz verde incandescente da la bienvenida. Pantallas y muros acondicionados para aislar el sonido son la puerta de entrada a la experiencia inmersiva de una de las startups chilenas que está apostando por el metaverso.
Su apuesta va por el mundo del arte. La plataforma, llamada IRL, nació con la idea de generar instancias virtuales de arte y al mismo tiempo de abrir un espacio para que los artistas puedan mostrar sus obras y también venderlas. ¿Cómo? A través de NFT (Non Fungible Tokens), una especie de certificado digital de autenticidad que, a través de la tecnología blockchain, se asocia a un único archivo digital.
El boom de estos certificados en el mundo del arte ha sido explosivo: el año pasado la casa de subastas Christie’s vendió como NFT una obra de arte digital del artista Beeple, por más de 69 millones de dólares, un valor similar a subastas de obras de Picasso, Rothko, Van Gogh y Monet.
En IRL actualmente se encuentran en etapa beta, pero ya han realizado proyectos con Delight Lab, la empresa que se hizo conocida por la proyección de palabras en el edificio Teléfónica para el estallido social. Además están realizando una exposición con la Galería Isabel Croxatto y trabajan con varios artistas para darles cabida dentro de este microverso, como lo llaman sus dueños.
“Teníamos el diagnóstico de que las galerías y la forma de mostrar y consumir arte estaba quedando en el pasado, muy old school. Y ahí salió esta idea de este espacio digital donde invitamos a artistas que se tomen un par de kilómetros de esta isla digital que hemos creado", explica Maximiliano Jiménez, socio de Sorrymon, la incubadora de proyectos digitales desde donde nació IRL y que actualmente realiza contenidos a marcas como Netflix, Pepsi y Unilever.
Y agrega: "Nosotros somos los asesores virtuales de estos artistas y tratamos de generar con ellos una experiencia sensorial que te deje algo. Algunas de las personas que han entrado en IRL y han visitado las obras se marean, otras se emocionan. Eso es lo que queremos”.
Jiménez es el creador del sitio Pousta. Ahí conoció a Benjamín Gremler quien después de su paso por Vice, decidió unirse a Jiménez para crear Sorrymom. La otra socia del proyecto es la directora de arte, Mel Nicitich.
Yáneken: La zapatilla digital
La familia Rishmague, controladores de Yáneken, lanzará su plataforma de realidad virtual la última quincena de este año para sus tiendas BOLD. En la foto, Sebastián Gebhardt, Gloria Rishmague y Pedro Rishmague.
El segundo conglomerado de marcas de retail más grande de Chile también está entrando en el mundo del metaverso. Emulando lo realizado por marcas como Adidas, que en diciembre pasado lanzó su colección de ropa virtual para el metaverso, o Nike que en diciembre pasado compró el estudio de arte digital RTFKT Studios, para entrar en esta nueva realidad, Yáneken, firma ligada a la familia Rishmague, está desarrollando su propio mundo virtual.
Desde el año pasado trabajan con un grupo de diseñadores y programadores para incluir la experiencia digital en los consumidores de sus marcas. Y para el último trimestre de este año planean lanzar su plataforma especialmente diseñada para sus tiendas Bold.
“Con Bold nos enfocamos en una experiencia elevada para el consumidor. Por eso buscamos que interactúen de manera sensorial y digital y no necesariamente solo desde el mundo físico”, explica Magdalena Cox, gerente de marketing de Yáneken.
Su apuesta está orientada principalmente a los coleccionistas de zapatillas, para que puedan armar su propia colección en el metaverso. “La idea es que los usuarios tengan la posibilidad de mostrar sus colecciones, exhibirlas en una galería virtual, contar cómo eligen los pares y cuáles son las que más les gustan”, agrega.
No pueden por ahora vender NFT de los productos porque no son las mismas marcas quienes inscriben esos certificados, pero su idea es apuntar al streetwear desde el juego en un universo virtual.
Minverso: Minería virtual
Metaverso Limitada trabaja desde 2015 en su mundo virtual orientado a la minería.
Fue el 21 de diciembre de 2021. Ese día 15 personas de seis países vinculados al mundo de la minería se conectaron en tiempo real en un espacio virtual para tener su primera experiencia metaversal. Conducidos por el avatar del periodista del programa Planeta Futuro de Mega, Daniel Silva, los asistentes hicieron un recorrido desde una nave espacial a través de una galería subterránea hasta una mina donde presenciaron una explosión. Luego viajaron a un espacio donde una pala mecánica trabajaba para sacar minerales.
Era la prueba de concepto de Minverso, el mundo virtual que creó Rodrigo González, arquitecto de profesión y fundador de Metaverso Limitada, la startup que nació en 2015 para crear realidades simuladas y que está revolucionando el mundo de la minería.
Minverso es el primer metaverso minero del mundo que se construye desde Chile. Para entrar y personificar uno de los avatares disponibles es necesario usar los Oculus Quest 2, unos lentes de realidad virtual. Su objetivo es transformarse en una plataforma de relacionamiento y educación para la industria, “una de las pocas que en Chile invierte en I+D en serio”, dice González.
Lo que busca Minverso es ser una especie de inmobiliaria virtual en donde la industria minera compre sus terrenos y desarrolle sus proyectos.
Los usos pueden ser variados: desde hacer entrenamiento en ambientes controlados con simuladores, construir virtualmente antes de la ejecución real de un proyecto, generar reuniones de networking con otros actores de la industria, acceder a charlas o para que los proveedores puedan montar sus showroom y realizar transacciones.
Hasta ahora, ha comprado terrenos la Fundación Minera de Chile que trabaja en la creación del eje cívico del Minverso, donde puedan instalarse las instituciones relacionadas a la industria, como Sernageomin o el Ministerio de Minería.
Además la empresa Findraw, proveedor de correas para la minería, cuenta con su espacio; minera Los Pelambres está estudiando hacer procedimientos eléctricos dentro del Minverso; también la empresa de neumáticos Bailac está interesada, y están en conversaciones con otros actores de la industria interesados en entrar.
“Salimos comercialmente la segunda quincena de marzo y estamos paquetizando las tarifas. Hemos conversado con la división El Teniente de Codelco, con Anglo American, con la minera Peñoles en México, entre otros”, adelanta González.
En el equipo de Metaverso trabajan 13 personas de diversas disciplinas, desde programadores, locutores, diseñadores y hasta filósofos. “Esto implica repensar la dinámica de relacionamiento y tratamos de buscar refugio en cosas que pasan en la realidad. La filosofía nos puede decir mucho sobre la experiencia de usuario”, dice el arquitecto.